“Yuca” es el término con el que los taínos del Caribe se referían en verdad a la harina de otra planta, la mandioca -Manihot esculenta-, que los españoles que llegaron a América a lo largo del siglo XVI pensaban que se extraían de estas plantas de aspecto pinchudo; esto posiblemente se debió a una confusión en los primeros envíos de plantas desde el Nuevo Mundo al Viejo, envíos que debieron hacer escala en Canarias y así quizá desde entonces naturalizarse estas Yucca en las islas.

La yuca fue para los indios de América Central, y también parte de Norteamérica como los navajo y hopi, lo que es el bambú para los asiáticos, dadas sus múltiples aplicaciones: usada para hacer ropas y cuerdas con sus hojas, las raíces de esta planta han sido aprovechadas a su vez como alimento, al igual que sus flores, generalmente cocinadas y consumidas como verduras. Hablando de floración, una peculiaridad de las yucas es que son sobre todo polinizadas por un único tipo de polilla, la llamada “polilla de la yuca”, la Tegeticula yuccasella. Esta situación, en la que una especie depende exclusivamente de otra para existir y en la que la desaparición de una de ellas supondría a su vez la posible extinción de la otra, es lo que en biología se conoce como mutualismo. La relación entre este género de polillas y las yucas son un claro ejemplo de esta situación de simbiosis entre los reinos vegetal y animal en la naturaleza.